LOS COLORES DEL OTOÑO
Ya no quedan días de verano, se ha consumido entero, vaya si lo ha hecho! Se han apagado los fuegos, se han enfriado las aguas, se desmonta todo lo que se mostraba en el exterior y se arropa el interior para poder sobrellevar lo mejor posible una nueva época, llena de cambios.
La naturaleza, que es muy sabia, nos enseña como todo irremediablemente cambia y que la vida necesita de esos cambios para poder evolucionar.
Sólo aquello que es verdaderamente fuerte, puede perdurar, y eso radica en la esencia de las cosas, las fuerzas son las que nos permiten superar cualquier cambio, sobreponernos a las dificultades, también aprovechar y disfrutar lo bueno de la vida, justo esos momentos sencillos por los que de verdad merece la pena ser vivida.
Se pueden transmitir fuerzas, es cierto, pero también hay que saberlas recibir y querer hacerlo. El caso es que se pueden encontrar, pero la búsqueda tiene que ser lo más breve posible, porque a la definitiva cuando de verdad las necesitas, o las tienes… o no.
Esto no para, y en los próximos días todo será distinto a como lo vemos ahora.
Las hojas de los árboles se descolgarán hasta el suelo en un suicidio infructuoso, los colores del paisaje serán distintos, el agua del mar estará más fría y sobre el Ebro seguro que volverá a soplar el cierzo con fuerza.
Mientras, nosotros podremos participar y tomar parte en cómo queremos que sea este otoño, y aún así puede que lo que nos ocurra no tenga nada que ver con lo que nos gustaría que pasase, pero al menos lo habríamos intentado.
Lo mejor que te puede pasar en esta época es estar arropado y me siento afortunado de sentir que no voy a pasar frío por muy baja que sea la temperatura esta vez. Eso sí, es increíble lo mucho que se puede echar de menos las prendas que mejor me sentaban hace un año y que ahora han desaparecido.
El otoño no es mi preferido, aunque no me disgusta,
este lo viviré tratando de saber de qué color puede ser…
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Carmen -